domingo, 29 de noviembre de 2009
El Espejo y los Maestros
La magia no se ha ido a ningún lado, me sigue acompañando donde quiera que vaya, la pregunta es ¿por qué la olvido? Me distraigo por cualquier cosa, y eso está bien, pero luego me doy cuenta que quedo en un estado distraído, de poca concentración, mirando al olvido, muy dentro de mi. Me pasa seguido y luego algo me hace recordar que para salir de mi encierro soy yo quien tiene la llave maestra. Esa llave es hablar en mi caso. Cada vez que callo prolongo mi encierro, cuando hablo me acerco a la tranquilidad. Tanto tiempo buscando maestros, aquel sabio que me pudiera guiar con sus palabras para luego darme cuenta que en cada persona que me encuentro tengo un potencial maestro. Esa persona me ayuda a verme reflejado, para ver lo que por mi mismo no soy capaz de ver. ¿Qué reconozco en una persona? Lo que a mi parecer me falta, lo que mi alma o corazón necesita para avanzar y conectarme con el ser grande que hay en mi. Si es una herida que veo en otro, me sirve para ver el estado de mis propias heridas. Que no sea aquella vieja herida que no la dejo sanar o aquella gran tristeza encapsulada hace ya tanto tiempo. En esta oportunidad, vi falta de magia en una persona con la que hablaba y me pregunté ¿donde quedó mi magia? Mi magia no estaba, o mejor dicho, estaba, pero ya no la veía. Al no verla, tampoco podía ver lo que era posible, grandioso, in imaginado, o milagroso, había dejado de creer en ella. Entonces hablé con la luna que siempre está dispuesta a escuchar, y le pregunté por qué estaba tan triste yo, qué había cambiado. La luna me contestó de la forma más extraña. El que no cree en la magia, no habla con la luna, así que ¿de que perdida de magia me estas hablando? Fue una respuesta automática, muy lógica así que seguí. "Luna, quiero ser parte de la magia, quiero creer en mi, creer en todo lo que me rodea, y nutrirme de las plantas, el aire, el bosque, el cielo y las nubes". No tengo idea, por qué pedí lo que pedí, pero salio del fondo del corazón. Esto me dejó muy pensativo, volviendo a lugares antiguos de mis recuerdos y emociones pasadas. Luego otra persona me preguntó "Como hago para no estar tan ansioso" Le contesté "¿por qué no quieres estar ansioso?" Nuevamente, sentí que conversaba con un maestro. ¿No hago yo lo mismo, tratando de no estar de cierta forma, prefiriendo estar alegre? ¿Por qué estoy negando lo que naturalmente me ocurre? ¿Qué intento hacer negándome? La respuesta es que no lo se. Si busco explicaciones me puedo alejar más de lo que mi emoción me intenta decir. ¿Qué sucede si me permito estar ansioso? ¿qué tan terrible es? ¿lo puedo experimentar? ¿Pienso que permanecerá para siempre en esa emoción? Fue justo ahí donde la experiencia de la magia y negarme se unieron en mi. Si trato de controlar como me siento pierdo la magia, caigo en un deber ser, un deber estar, y pierdo totalmente el experimentar, el conocer, el aprender. Para el observador que yo soy, mi deber ser me quita mi disfrutar, y con esto dejo de aprender. Doy mil gracias a los maestros que comparten sus inquietudes conmigo, porque me veo reflejado y puedo ver lo que hasta ese momento estaba oculto. ¡Mil gracias maestros por ser mis espejos!
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