miércoles, 19 de mayo de 2010

Protección y la cercanía con otros

Caminaba por la calle, después de almorzar mientras mi inquieta mente pensaba sobre la perfección, dejando pasar la belleza de los árboles en otoño. La perfección, según mi visión, es comprender que soy un ser imperfecto, y esto me convierte en perfecto tal como soy. Nada nuevo, hasta el momento, pero luego me vino la idea de sentirme protegido. ¿Qué es sentirme protegido? ¿Protegido de qué? ¿Cuáles son aquellas amenazas que me persiguen? La verdad es que no tengo idea cuales son aquellas cosas terribles que mi mente no deja de encontrar. Mi mente es muy creativa, y se le pueden ocurrir una infinidad de cosas, pero no por eso me van a ocurrir necesariamente. Luego vino otra pregunta, ¿Desde cuando me siento desprotegido y cómo ha sido mi vida sintiendome así? Puedo decir que esta sensación de desprotección no es permanente ni constante, se agudiza a extremos inquietantes, pero también se desvanece. Cuando se desvanece me invade una tranquilidad tan grande, que me permite concentrarme en lo que estoy haciendo, y enfocarme en las personas que tengo cerca. Sí, tiene mucho que ver con personas que me rodean. En mi caso, la protección tiene que ver con otras personas, de alguna forma llegue a la conclusión, hace mucho tiempo atrás, que debía protegerme de los otros, y otros como un genérico. Con esto no quiero decir negar que otro me puede dañar, sino que quiero decir que lo que cambia es lo que yo hago con esto. Puedo vivir asustado, o puedo entender que cualquier cosa puede ocurrir, pero que puedo disfrutar mientras no ocurra, o vivir con la preocupación de un evento que aún no ocurre. Entonces, con esta nueva visión, me sentí muy cercano y conectado y tranquilo y concentrado sin que esto signifique mayor esfuerzo. Lo más extraño de todo es que comencé a decir lo que antes no decía, o que me quedaba en la cabeza sin verbalizar, y lo mejor es que ocurría en el momento preciso. ¡Vaya que alivio! no más estarme cuidando, o sobre cuidándome, sino que con la tranquilidad suficiente de poder manejar cualquier situación que se presentara en cualquier momento. ¿Qué sucederá cuando esta emoción se vaya? Entonces me encomendé a las fuerzas del universo, los espíritus, o lo que sea que esté fuera de mi para que me proteja, y el resto lo manejaré yo. Esto es lo que aprendí hoy sobre sentirme protegido.