martes, 18 de diciembre de 2012

El Miedo: Primer Enemigo Natural

He sacado el titulo de "Las Enseñanzas de Don Juan" de Castaneda ya que llevo más de un año reflexionando sobre el miedo. Todo comenzó con la inscripción a un curso de paracaidismo deportivo. Efectivamente, un curso para saltar de un avión en perfecto estado, voluntariamente, descender en caída libre, abrir el paracaídas y aterrizar sano y salvo. Les cuento que no era capaz de abrochar mis propios zapatos antes de subir al avión. Mi cara tenía una sonrisa de nervio pegada, mis pensamientos estaban paralizados, mis movimientos eran torpes y lentos. Lo único que podía pensar era "tengo que saltar" una y otra vez. El instructor repetía "el miedo va a pasar" y "usen la emoción". Yo, dentro de lo que había aprendido, trataba de bloquear el miedo y me daban unos dolores terribles de cabeza. Aprendí que reprimir emociones me daban dolor de cabeza, cosa que nunca antes me había dado cuenta. También, me dí cuenta que, en situaciones limites, la energía de la emoción es tan intensa que mis propios mecanismos de control emocional, fallan y mi comportamiento se vuelve errático. ¿Por qué reprimir la emoción? ¿Dónde aprendí a hacer semejante barbaridad que realmente me aporta nada? Salté del avión esa vez, y otras varias más, sin ningún problema, cada vez luchando menos con mi miedo, dejando que se expresara, cada vez más libremente. Con esto no solo logré disfrutar la experiencia, sino que aumentar mi capacidad de reacción. Me volví más despierto, más conectado, más seguro de mi mismo. Sin embargo seguía con la inquietud,¿por qué gasto energía en tratar de no sentir lo que debería ser natural sentir? Luego me golpeo: Estoy luchando contra mi mismo, emocionalmente hablando. Que agotador es estar constantemente eligiendo sentir una emoción que no es la que naturalmente corresponde. Que lucha más innecesaria. Que negación más absurda. Me di cuenta que llevaba mucho tiempo luchando contra mi miedo, no quería sentir la emoción, no quería experimentarla en el cuerpo. Tenía la curiosa idea de que podía alcanzar un estado dónde las emociones no me molestarían más. Todo para darme cuenta que la cosa era al revés. Para estar tranquilo emocionalmente, era necesario conocer cada una de las emociones que normalmente son gatilladas. Para mi no ha sido tarea fácil, conocer el miedo, experimentarlo hasta que poder usar su maravillosa energía y volverme rápido, atento y estar más vivo. Al dejar de reprimir esta energía, pude ver mejor lo que estaba ocurriendo a mi alrededor, los lugares, sabores, y personas. Es como destinar un montón de recursos a negar lo que estoy sintiendo y para esto necesariamente mi foco está puesto en mi mismo. Además, era necesario pensar el actuar, ya que no fluía naturalmente. Es como si reaccionar fuera un proceso que se piensa cuando las emociones están reprimidas. Las decisiones se vuelven confusas, fallando el proceso de priorizar lo importante. Con todo esto comencé a ver el miedo en el resto, esa emoción que se asoma en otros, y que desesperadamente intentan ocultar. Se manifiestan de diferente manera (miedo a no ser suficientemente linda, a la vejez, a no ser valorado, a no ser amado, etc) sin embargo no son diferentes. Son una sola cosa: ¿Qué estoy haciendo con mi miedo? ¿Lo estoy escuchando? ¿Lo conozco? ¿Lo acepto? ¿Estoy dispuesto a hacer las paces con el miedo para poder actuar y llevar la vida que quiero para mi? Si no me permito experimentar el miedo, nunca voy a saber lo que quiero para mi, ni que tipo de vida podría llevar, como tampoco estar tranquilo con las decisiones que tomo. Por último, me di cuenta que la felicidad no es un objetivo, sino una consecuencia que requiere libertad emocional.